Héctor A. Gil Müller

Bienvenido a este espacio de reflexión, donde lo único que se pretende es que veamos las mismas realidades pero con diferentes ojos.

domingo, 16 de agosto de 2009

Dios nos hace diferentes
Héctor A. Gil Müller

El Señor se dirigió a Moisés y le dijo: “Mira, de la tribu de Judá he escogido a Besalel, hijo de Urí y nieto de Hur, y le he llenado del espíritu de Dios, y de sabiduría, entendimiento, conocimientos y aptitud creativa para hacer diseños y trabajos en oro, plata y bronce, para tallar y montar piedras preciosas, para tallar madera y para hacer cualquier trabajo artístico.
Éxodo 31: 1-5

La monotonía implica la imposibilidad a enfrentar nuevas situaciones, vivimos un mundo cuyos hábitos nos llevan a un estado y vivir monótono que inicia siempre con la sutileza de perder el asombro y la admiración, después viene el anhelo, según nuestras fuerzas, de seguridad fingida, es algo así como el complejo de la avestruz. Apuntábamos ya que la consecuencia inmediata de los estilos de vida contemporáneos (aunque esto no es propio de nuestra época, si analizamos diferentes periodos históricos encontraremos como una constante la atracción monótona) nos avientan a hábitos adictivos, esos hábitos desencadenan nuestra visión y más aun interpretación de la realidad.Esa monotonía obstaculiza una vida plena, entiéndaseme, la monotonía no es el antónimo de riesgo, monotonía (monos= uno, tonos= modo, visión) es el opuesto lógico de la cosmovisión (visión de todas las cosas).

El principal factor para potenciar nuestra cosmovisión es el descubrimiento de un propósito, sólo cuando enfocamos un punto somos capaces de ver todo el resto, con sentido, el derredor. Al ver el contorno, podemos referenciar el dintorno y presenciar el entorno. Identificar un propósito nos permite conocer la forma que en nuestro interior nos informa.Sé que la creatividad se deposita en la cosmovisión, en la medida en que nutrimos nuestro interior, en que disfrutamos a plenitud esta vida y tomamos cosas verdaderamente útiles, valiosas, nos apartamos de una existencia gris para entrar al colorido mundo que nos corresponde.

Esa cosmovisión es distintiva del ser transformado por Cristo, muchos le han llamado liderazgo, felicidad, identidad, satisfacción, éxito, nosotros le llamamos propósito.Dios nos llamó a ser diferentes, pero ese llamado corresponde a que Él nos hizo diferentes. Dios busca que el hombre reconozca que su creación original es buena para nosotros, y si bien, miles de años después nos hemos desviado Él insiste en esa originalidad. La hechura diferente, es una esencia indisoluble al ser. Seamos diferentes al resto, busquemos siempre como propósito ese origen, es decir la glorificación de Dios, principio esencial del Edén.La creatividad es consecuencia de una cosmovisión, y aunque parezca antagónico se trata de una rutina. Pero la rutina no es monotonía, ello es solo la consecución de acciones, mientras que la monotonía es el olvido de aquello que nos convoca.

No es monótono disfrutar de nuestro platillo favorito, de la caminata vespertina, de la sonrisa, pero esas acciones sin ningún sentido, sin ningún objetivo llevan al duro panorama de la monotonía.La creatividad corresponde a los atributos morales de Dios, mismos que se han depositado en nosotros, así como fuimos hechos a su imagen (visión; es decir la posibilidad de santificación) también lo somos a su semejanza (identificación con su apariencia) Dios, al ser una entidad espiritual su apariencia es en sí su esencia, su amor, su justicia, su santidad. El hombre tiene en su naturaleza un llamado a la creatividad.Entonces, en la medida en que el hombre reconozca su propósito, obtendrá una cosmovisión lo suficientemente amplia como para “detallar” su propio entorno, acabará la monotonía que se relaciona con un sin sentido de la existencia.

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