Mark Zuckenberg, quien es el CEO de Facebook, ha recorrido un camino telenovelero, de estudiante antisocial de la Universidad de Harvard a niño prodigio de Silicon Valley y millonario más joven de la lista de Forbes.
Zuckernberg es retratado como un genio de la programación cuya obsesión por las mujeres era inversamente proporcional a su éxito con ellas.
Lo que explica que en su primer año en Harvard creara, con las fichas de sus compañeras que robó de los ordenadores de la universidad, una página en la que cualquiera pudiera valorar sus físicos. Bastaron cuatro horas para que la página se colapsara y las autoridades académicas la clausuraran.
Pero las dotes para la programación de Zuckernberg, no pasaron desapercibidas para los gemelos Tyler y Cameron Winklevoss.
Que pidierón a Zuckerberg que los ayudara en la programación de una novedosa aplicación en la que estaban trabajando: Harvard Conection, un sitio web para que los estudiantes pudieran estar conectados. Y Zuckernberg lo hizo.
Pero nadie en el campus hablaba de Harvard Conection si no de TheFacebook: la página creada por Zuckernberg en la que cualquiera podía abrir un perfil con sus fotos y describir que estaba haciendo.
El éxito fué tal que los servidores no podían sostener el tráfico. Y ahí entró en escena un estudiante de último grado, el brasileño Eduardo Saverin, notese si no habrá billetes y talento inversionista en Latinoamérica, que vió antes que nadie el enorme potencial de la nueva aplicación. Y, a cambio de un 30% de la página web, puso de su bolsillo 20.000$ para que Zuckernberg adquiriera la infraestructura necesaria.
Rápidamente el éxito de Facebook, transcendió los límites del campus, y se unieron cientos de miles de estudiantes de otras universidades, institutos y colegios de EEUU. Y, al esquema original de Facebook, Zuckerberg añadió el “muro”, y luego los “grupos”.
Para entonces, ya habían llamado la atención de las sociedades de capital riesgo de Silicon Valley y de Sean Parker (fundador de la Napster) que ofrecen, a cambio de entrar en el accionariado de la compañía, el capital necesario para que Facebook no muriera de éxito.
Zuckerberg que desde 2005 vivía por y para Facebook acepta, aún siendo conciente de que ello implicaría que el 30% de Soverin quedaría reducido a una participación simbólica.
Los gemelos Winklevoss y Saverin demandaron a Facebook y lograron un arreglo extrajudicial confidencial. Sobre las cantidades sólo existen especulaciones pero, sin duda, no compensarán la pérdida del control sobre una aplicación cuyo crecimiento no tiene límites.
fuente: oidococina
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